Obesidad. El tejido ‘extra’ del cuello comprime las vías respiratorias.
Factores físicos. Un tabique nasal torcido, una lengua más grande de lo habitual u otras anomalías en los huesos y partes de la cara.
Alergias y resfriados. La congestión nasal puede obligar a respirar por la boca y acabar provocando ronquidos.
Embarazo: En la última fase del mismo puede existir una hinchazón que obstruya la garganta.
Inflamación de las amígdalas.
Consumo de alcohol y tabaco. El primero relaja el velo del paladar y el segundo irrita las vías. Muchas personas roncan solamente cuando beben.
Teniendo en cuenta estos factores, es aconsejable vigilar el peso y evitar el consumo de alcohol y tabaco (especialmente antes de ir a dormir). Acostarse de lado también suele evitar la aparición de los ronquidos, pero a veces, a pesar de la prevención, los ronquidos siguen apareciendo y en algunos casos se acaban convirtiendo en lo que se conoce como roncopatía crónica. El principal problema es entonces la dificultad de oxigenación que conllevan los ronquidos, que pueden derivar en dolencias más graves como problemas cardíacos, por lo que la situación debe ser supervisada por un especialista.
A veces, los ronquidos fuertes pueden ser también un síntoma de una
apnea del sueño, es decir, una interrupción de la respiración. Este tipo de ‘roncadores’ pueden pasar varios segundos sin respirar mientras duermen y, al intentar recuperar el aire, es cuando emiten un fuerte ronquido. En estos casos, no se consigue descansar en condiciones debido a la mala oxigenación y, además, se incrementa también el riesgo de sufrir un fallo cardíaco o infarto.
Tanto la roncopatía crónica como la
apnea del sueño son verdaderos problemas de salud que deben ser tratados como tales, ya que además de los posibles problemas cardíacos existe también riesgo de hipertensión, disminución de la concentración o incluso depresión o riesgo de accidentes laborales como consecuencia del cansancio acumulado.
Así pues, debemos dar a los ronquidos la importancia que merecen y acudir al médico si aparecen dolores de cabeza matutinos, cambios en el nivel de atención o memoria, cansancio crónico y somnolencia excesiva. Para conocer el diagnóstico, se realiza una polisomnografía (estudio del sueño).
Según la causa del problema, el tratamiento puede enfocarse simplemente en la realización de una dieta para perder peso o en aplicar dispositivos dentales que eviten que la lengua se retraiga. Las férulas intraorales han demostrado ser la solución más efectiva de cuantas existen, con un tratamiento sencillo: se realizan unas medidas bucales en la consulta, conjuntamente con la medición de la “protusiva”; Transcurridos unos días se coloca el aparato con unos sencillos consejos de utilización. El mecanismo de acción se basa en un adelantamiento controlado y confortable de la mandíbula, mediante el incremento del tono muscular a nivel de la vía aérea, de esta forma sencilla se facilita el paso de aire eliminando el ronquido y mejorando los episodios de apnea que se traducen en una mejoría de la calidad de vida de los pacientes.
Si el problema no consigue solucionarse con los anteriores tratamientos, existe la opción de la cirugía de avance bimaxilar. Se trata de aplicar la misma técnica que se utiliza desde hace muchos años en cirugía
ortognática para avanzar maxilar y mandíbula hacia adelante, aumentando el volumen de la vía aérea y la tensión en los tejidos musculares, de manera que se solucionan los dos grandes problemas de las apneas. Los resultados con la cirugía de avance bimaxilar consiguen, incluso, el abandono de los incómodos dispositivos nocturnos (cPAP). Bien es cierto que existen una serie de indicaciones para la cirugía, ya que no todos los pacientes pueden ser sometidos a ella.
Antes de que el problema se agrave y se convierta en un asunto serio, vale la pena visitar al médico y acabar para siempre con los ronquidos. Tu salud lo agradecerá… ¡y tu pareja también!